Propiedad y adquisiciones en el extranjero

La propiedad no es simplemente poseer un terreno; es mucho más. Es el derecho económico que tiene todo individuo de rentar, vender, donar o heredar una propiedad para aprovechar y disfrutar al máximo su inversión. La historia de la propiedad de la tierra en México es colorida y se remonta a la época colonial.

Haciendo un viaje en el tiempo, vemos que el rey era dueño de todas las tierras y aguas de Nueva España, así como de las riquezas que existían bajo tierra. Como rey, tenía el poder supremo para explotar la riqueza de la tierra a expensas de la gente común, incluso para ceder dichas tierras, por herencia perpetua, de generación en generación dentro del mismo linaje real. Esta práctica, que continuó hasta la época de la Independencia de México, se llamó "propiedad originaria". En el momento de la Independencia de México, la tierra que antes pertenecía únicamente a una persona, ahora pertenecía a la nación.

La primera constitución de México, la Constitución de 1814, estableció la formación de la propiedad privada, o la posesión de un terreno y sus riquezas naturales por una o más partes. Establecía que la propiedad no podía perderse ni despojarse sino por "causa justa y legal" a favor de la nación. No fue hasta las reformas de 1847, conocidas como el periodo liberal, cuando la propiedad pasó a ser un derecho reconocido por la ley. Posteriormente, cuando estas leyes nacionales anteriores fueron anuladas por la Constitución Política de 1857, a los derechos de propiedad privada se les asignó la característica de ser una "transmisión económica." Esto trajo nuevos problemas. Grandes porciones de tierras mexicanas fueron vendidas como latifundios extranjeros, que eran porciones muy extensas de tierras de propiedad privada también llamadas haciendas. Los latifundios terminaron con la Constitución Política vigente y la Revolución Mexicana de 1917.

Hoy en día, la propiedad privada está reconocida en el Artículo 27 de la Constitución Política de 1917, que especifica que toda la tierra y el agua del territorio pertenecen a México. La tierra puede transmitirse a particulares, siempre que sean mexicanos por nacimiento o naturalización. Los ciudadanos de otros países que vivan en México sólo podrán gozar del derecho de propiedad cuando la Secretaría de Relaciones Exteriores les otorgue permiso para adquirir pequeñas porciones de tierra mexicana. Para recibir este permiso, los no mexicanos deben cumplir cabalmente con las leyes mexicanas y con el conocimiento de que dichas propiedades seguirán perteneciendo a la nación mexicana.

Para obtener información más específica sobre el asunto, así como sobre todos los servicios jurídicos y notariales, incluidos los cierres residenciales y comerciales, póngase en contacto con el autor:

Ángel Marín Díaz en info@inmtec.net y 415 121 9005. 



Dejar una respuesta